El martes 18 de octubre tendrá lugar en todo el territorio nacional la Prueba Aprender 2016 que reemplaza al ONE (Operativo Nacional de Evaluación) que se desarrolló – por última vez – en el 2013 y tiene por objetivo evaluar los aprendizajes de los alumnos en Lengua, Matemática y Ciencias Sociales y Naturales, junto con un cuestionario complementario para docentes y directivos sobre las instituciones escolares.
Los documentos que enmarcan Aprender 2016 incluyen el objetivo del fortalecimiento de la “cultura evaluadora”. ¿Cultura u “obsesión” evaluadora?
La primera – aunque no excluyente – iniciativa política del Ministerio que conduce Esteban Bullrich fue dar a conocer los lineamientos para la creación de un Instituto de Evaluación de la Calidad Educativa, cuya matriz venía de la iniciativa que en su momento promovió en la Ciudad de Buenos Aires. Esos documentos fueron entregados a los sindicatos docentes nacionales en las primeras rondas paritarias enero de 2016.
Cambios de cambios… esos documentos quedaron inexplicablemente en la nada y, en su lugar, se creó, en el organigrama del Ministerio de Educación y Deportes, la Secretaria de Evaluación Educativa que hoy dirige la experta Elena Duro, cuyos antecedentes en Unicef son ampliamente conocidos en el ámbito educativo.
A pesar que la Ley de Educación Nacional tiene expresas menciones a la evaluación de la calidad educativa en cuanto a la consulta a las organizaciones sindicales docentes, éstas no han sido convocadas ni consultadas cuando, según fuentes de la misma Secretaría, se han realizado 6 (seis) encuentros regionales, se han visitado 11 (once) provincias y desarrollado planes de capacitación y fortalecimiento de equipos para el operativo de evaluación.
Los trabajadores de la educación y sus organizaciones sindicales somos – no podría ser de otra manera – los primeros en reconocer el valor de la evaluación en los procesos educativos tanto en la política pública, como en la escuela y en el aula.
Los docentes nos formamos en nuestra carrera en la instancia evaluadora, la concretamos en nuestra práctica pedagógica y, por impronta, somos auto-críticos de nuestra propia tarea como educadores.
Resulta lamentable que se intente deslegitimar esa característica propia del quehacer docente, tratando de instalar una supuesta resistencia de los maestros y profesores a la evaluación y, en el mismo paquete comunicacional, sugerir que todos los problemas de la educación argentina derivan de la falta de evaluación que inciden sobre la calidad de los aprendizajes.
Nosotros no objetamos a la evaluación como componente del proceso educativo. Los docentes criticamos la instrumentación de operativos de evaluación sesgados que miden solo capacidades intelectuales y dejan explícitamente afuera los contextos social, cultural y económico de las comunidades educativas, poniendo énfasis en los contenidos sin abordar actitudes ni habilidades.
Por eso, hemos reclamado “SALIR DE PISA” en cuanto a prueba internacional estandarizada y proponemos la construcción de parámetros propios y situados regionalmente para analizar el impacto de políticas inclusivas en los sistemas educativos.
Es necesario que las comunidades educativas adviertan que los docentes y los directivos se encontrarán el 18 de octubre ante un denominado “Cuestionario complementario” que se propone realizar una auto-evaluación institucional. Dicho cuestionario se superpone con el trabajo realizado por los colegios el año pasado, cuando se desarrollaron jornadas institucionales enmarcadas en el Plan Nuestra Escuela cuyo eje es exactamente el mismo.
¿Por qué evaluar sobre lo evaluado? ¿Por qué no tomar como base para esta nueva versión de la evaluación situada los datos aportados por el trabajo realizado ya en las escuelas? Se habla de optimización pero se incurre en yuxtaposición; nada más alejado de los objetivos que se proclaman.
Aprender 2016 está acompañado por una fuerte estrategia comunicacional. Otra vez los docentes en el centro de las miradas. Se dice que los quieren proteger pero se los expone.
La Ley de Educación Nacional es clara y abarcativa al respecto, como ley programática que se trata. Sin embargo, existe una voluntad manifiesta de desplazar el eje educativo al componente evaluativo. Que los padres y madres de nuestros pibes y jóvenes se pan que MÁS EVALUACIÓN NO ES IGUAL A MÁS CALIDAD EDUCATIVA.
Fuente: www.sadop.net